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viernes, 25 de noviembre de 2016

Siete años de lucha contra las violencias hacia las mujeres indígenas



Las mujeres indígenas de la ONAMIAP cumplimos siete años de organización y de lucha por la erradicación de todo tipo de violencia contra la mujer indígena. Por ello hoy, 25 de noviembre de 2016, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no sólo queremos reflexionar sobre los caminos y logros obtenidos como organización de mujeres indígenas, sino también reafirmar nuestro compromiso para seguir luchando contra las diferentes formas de violencia y discriminación que nos afectan.

La violencia contra la mujer, en general, y contra la mujer indígena en particular, es un problema grave en el Perú que, según el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), ocupa el vergonzoso primer lugar en América Latina y tercero en el mundo en los delitos asociados con la violencia de género.

La violencia contra las mujeres indígenas es sistémica y estructural. Según el informe de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, presentado en 2015, una de cada tres mujeres indígenas ha sufrido una violación al menos una vez en su vida.

“Las probabilidades de que las mujeres indígenas sean violadas son significativamente mayores que en el caso de las mujeres no indígenas”, dice el informe.

Por si fuera poco, las mujeres indígenas tenemos los más altos índices de pobreza, la peor atención en salud y educación, y mayor inequidad en el acceso al empleo y remuneraciones. Además, la tasa de mortalidad materna en los pueblos indígenas es desproporcionalmente elevada, por lo que es urgente implementar políticas de salud con enfoque intercultural que realmente respeten los derechos a la libre determinación y autonomía.

La discriminación y el racismo son formas de violencia: las mujeres indígenas sufrimos la estigmatización de los medios de comunicación masivos cuando nos muestran como sucias, tontas, ignorantes y, en el caso particular de las amazónicas, como mujeres-objeto hipersexualizadas.

A su vez, la incursión en nuestras comunidades de los megaproyectos de infraestructura y de actividades extractivas traen consigo formas de violencia contra nuestros pueblos, cuyos impactos son más duros para las mujeres y los niños.  Las actividades extractivas, al afectar nuestro territorio, no sólo modifican nuestras actividades productivas, sino que muchas veces nos obligan a las mujeres y niñas a someternos a sistemas de exclavitud moderna, como la prostitución o los trabajos forzados, para garantizar nuestra supervivencia.

Por ello, las mujeres organizadas en la Onamiap nos comprometemos, en este nuevo año de trabajo, a seguir defendiendo nuestros derechos como mujeres y como pueblos indígenas.

En este sentido, trabajaremos sobre todo en nuestra demanda por la creación de la Defensoría de la Mujer Indígena, un organismo que pueda atender nuestras demandas desde un enfoque intercultural y de género. A su vez, seguiremos insistiendo en la modificación la Resolución de la Sunarp 343 (directiva número 10, acápite 5.6) para que se incorpore la cuota de género en la conformación de las Directivas Comunales, lo que permitirá que las mujeres indígenas tengamos voz y voto sobre los diversos proyectos económicos o de infraestructura que se quieran implementar en nuestros territorios, entre otras cosas.

Ratificamos así nuestro compromiso por la defensa de nuestros derechos y nuestros territorios como mujeres y pueblos indígenas, nos pronunciamos en contra de todas las actividades extractivas que vulneran nuestras vidas y la de la madre tierra, y nos reafirmamos en la lucha por la preservación de nuestras culturas y sabidurías ancestrales.

¡Mujeres Indígenas, unidas y organizadas por nuestros derechos y los de la madre tierra, frente a todas las violencias!


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